Estamos en una sociedad
moderna, en la que oír hablar
de sexo es de lo más normal,
pero cuando nos referimos a sexualidad infantil se encienden todas las alarmas.
En realidad tendría que ser de lo más normal. El problema surge si hablamos de
la sexualidad infantil desde la mirada de un adulto y con las connotaciones de
un adulto. Entonces, sí deja de ser normal.
Cuando hablamos de sexualidad infantil nos referimos a que los niños son
seres sexuados que tienen que construir esa identidad sexual. Tienen que
reconocer que son niños o niñas, y que ello tiene consecuencias diferentes en
uno y otro. En realidad, este proceso empieza desde el nacimiento. El niño va
descubriendo paulatinamente su propio cuerpo. Nadie se sorprende cuando el niño
descubre sus manos, cuando descubre sus pies pero… ¡ay, que ha descubierto los
genitales!
Pues sí, es una parte
más de su cuerpo, y hacia el año los niños descubren que tienen pene y las
niñas que tienen vulva. Hacia los dos o tres años empiezan a explorarse y
realmente eso produce unas sensaciones placenteras. No es lo mismo frotarse un
pie que los genitales. Por eso se habla de masturbación
infantil. Pero insisto, no tiene las mismas connotaciones que para un
adulto. Los niños descubren que frotando ‘sus partes’ obtienen sensaciones
agradables, y por tanto muchos repiten. ¿Qué deben hacer los padres?
En primer lugar, nunca se debe regañar o asociarlo con connotaciones
negativas (es frecuente escuchar “no te toques ahí, no seas cochino”). El
adolescente o adulto llega a la masturbación para concluir una imagen de deseo
sexual que no ha sido consumada, pero en un niño en realidad es más por descargar
tensión, en momentos de soledad, tristeza o aburrimiento. Por tanto, es útil
desviar su atención hacia otra actividad. Además, hay que enseñarle que esas
cosas son privadas y uno no se toquetea en público. Hay que reforzar la idea de
intimidad, no de sucio y malo. Si el niño está escolarizado conviene que
habléis con su educadora para que las medidas que se tomen sean conjuntas y
vayan en la misma dirección.
Estas situaciones suelen
ser pasajeras, pero si un niño repite mucho esta conducta habrá que estar
atento a qué está pasando. Normalmente, refleja una situación de malestar que crea mucha tensión en el niño y
que habrá que descubrir y solventar.
https://youtu.be/yvdtFj57Qe4
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